domingo, 16 de julio de 2017

Los matrimonios y la vida sexual de Enrique IV

Enrique IV de Castilla
"Curiosidades de nuestra historia, sorprendente vivencias del Rey que visitó dos veces Jimena"
Enrique IV nació en una villa de Valladolid, a cinco días del año nuevo, del año del señor 1425. Hijo de Juan II de Castilla y León y de María de Aragón, su primera mujer, la más virtuosa de las mujeres.
Conocido como el “Impotente””, afirma Marañón que no hay consenso entre los cronistas de la época, situando entre sus detractores a Alonso Palencia, mosén Diego de Valera o Hernando del Pulgar y entre sus partidarios a Enríquez del Castillo, que no contradice abiertamente su "supuesta" impotencia.
Nos encontramos con un abundante material de sus coetáneos, que se debe usar con cautela, por la desorientación que produce tantas contradicciones. Así que teniendo en cuenta estas consideraciones, pasamos a relatar las “veleidades” y “curiosidades”, de los matrimonios y la vida sexual de este rey.
Con la tierna edad de once años se anuncia su matrimonio con Doña Blanca de Navarra, que tenía la misma edad. Aunque hasta cuatro años más tarde no quedó fijada la fecha para su consumación.
Conforme a la costumbre de Castilla, hubo tres notarios en la puerta de la  alcoba en espera que les fuera entregada la sábana manchada de sangre. Los testigos declararon que allí no había pasado nada, en otras palabras, Doña Blanca quedó “tal cual nació, de que todos tuvieron gran enojo”.
Para Alonso Palencia, su más acérrimo detractor, “empezaron a circular atrevidos cantares y coplas de palaciegos ridiculizando la frustrada consumación del matrimonio y aludiendo a la mayor facilidad que don Enrique en sus impúdicas relaciones con sus cómplices. Era el principal de ellos don Juan Pacheco”.
El matrimonio duró trece años, de los cuáles tan sólo convivieron durante tres años, los obligados por la Iglesia, en los cuáles el rey había manifestado voluntad  “en toda operación a la cópula carnal”. Los necesarios para poder anular el matrimonio si no había descendencia. 
Doña Blanca de Navarra
Por lo tanto había que buscar un motivo para repudiar a Blanca ante la Iglesia, así que en el año 1453 se realizaron unas entrevistas a unas interesadas de Segovia, de profesión prostitutas, las cuáles fueron visitadas por “una buena, honesta y honrada persona eclesiástica”. Cada una de ellas cuenta que había habido trato de hombre a mujer, dicho de otro modo, que había firmeza en las nobles y reales partes.
Por lo tanto el rey estaba hechizado, aunque solamente con Doña Blanca. Ante tan rigurosos y morales argumentos el Papa Nicolás corrobora la sentencia de anulación en la Bula Romanus Pontifex en 1453, lo que abre la posibilidad para casarse de nuevo.
Doña Blanca quedó desheredada por sus padres y fue enclaustrada en convento aislado en los Pirineos, donde murió en la soledad a la edad de cuarenta años. Además como Don Enrique no llega a reinar hasta el año siguiente a la Bula, ni siquiera llegó a ser reina. Sin lugar a dudas encaja a la perfección con las palabras de suegro en el lecho de muerte, Don Juan II de Castilla y León, “naciera yo hijo de un labrador para ser fraile de Abrojo y no rey de Castilla”.
Tras la muerte de su padre, Don Enrique es recibido como rey y pronto comenzó a entender los preparativos para el casamiento con Doña Juana de Avis, de gran belleza hija y hermana de reyes de Portugal y prima hermana del mismo Enrique IV. Juana se casa a la edad de los quince años.
Tuvo a bien, ya siendo rey, derogar la antigua ley de los reyes de Castilla de consumar el matrimonio con notarios y testigos. Obviamente las referencias a este hecho son de lo más contradictorias, de la misma forma sobre la inexistencia de relaciones entre ambos. Además el comportamiento poco “recatado” de Doña Juana, avivó las sospechas que se cernían sobre el matrimonio.
Aparece el joven Beltrán de la Cueva en la corte, que el rey había conocido en un viaje a Andalucía, de una conocida familia de fronteros de Úbeda, tanto le gustó que se lo llevo de paje. Beltrán hizo una gran carrera de forma brillante en muy poco tiempo. Del que cuenta que atendía los favores de alcoba, tanto del rey como de la reina.
Doña Juana de Avis y Aragón
Juana quedó embarazada, un viajante alemán llamado Münzer, que había conocido la corte, cuenta como un médico judío realiza la primera "fecundación artificial" conocida por escrito, para solucionar la “probable” impotencia que padecía Enrique IV. Para ello diseñaron unas cánulas que fabricaron de oro, obviamente para introducir la semilla de un rey en los secretos más profundo de una hermosa reina, no se concebía un metal de menor vileza. Su hija, la nueva princesa de Asturias, se llamó Juana, como su madre.
Fuese porque los intentos continuos de fecundación que no habían tenido éxito hasta ese momento, fuere porque el rey se encontraba en Logroño en el tiempo de la concepción o fuese por las “supuestas” relaciones de la reina con el apuesto Beltrán de las Cuevas, que la hija de Enrique IV pasa a la historia con el nombre de Juana la Beltraneja.
De hecho, Enriquez del Castillo, el más benévolo de sus cronistas, llega a decir: “fue gran sospecha en los corazones de las gentes sobre esta hija, pues muchos dudaron ser engendrada de sus lomos del Rey”.
Para concluir, relatar el agravio sufrido por la hermosa reina, indiferente para Enrique IV. El rey vituperado “por su pasión por la música, sus tendencias homosexuales, su predilección en el trato con gente villana, hombres montaraces y moros”, quedó prendado de la bella Doña Guiomar de Castro, “Esta doña Guiomar fue una de las principales damas que la reina Juana trajo de Portugal, a la cual el rey mostraba tan grande amor que parecía tener en poco a la reina”.
Y es que como se diría hoy en día, ¡le puso un piso! El texto de las crónicas anónimas, que bien se podrían situar entre las crónicas de Palencia y las crónicas Enriquez Castillo, es muy elocuente, cada uno saque sus propias conclusiones:

“E a la fin como la reyna resçibiesse continuos enojos de la forma quel rey con doña Guiomar tenia, acordo el rey de la mandar aposentar fuera del palacio, e de la poner casa e aparato e dueñas e donzellas y escuderos que la syrviessen; e dende en adelante donde quiera quel rey estava, sienpre se aposentava a dos o tres leguas dende, e muchas vezes el rey dexava a la reyna e yva a estar con ella, e aver sus gasajados, dexando a la reyna por dos o tres dias, lo qual a ella era muy grave de comportar. Y esto duro fasta que la reyna pario, y el rey fingio a cabsa del parto mostrarle grande amor, quiriendo a todos fazer entender ser suya la fija naçida, seyendo a todos notoria su ynpotençia, porque no solamente esta se conosio en su verdadera muger Blanca de Navarra, e despues con esta mas con otras muchas que tomo assy corrutas como virgines, a ninguna de las quales pudo jamas aver ayuntamiento, lo qual por su lengua muchas vezes confesso doña Beatriz de Vergara, la qual el tomo seyendo cassada con un cavallero de Segovia, llamado Luys de la Trinidad (...)

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